Arte relacional y eficacia política
Fragmento de la conversación surgida en el curso de las reuniones del Seminario de Estética y política a partir de la lectura de Estética relacional de Nicolas Bourriaud,Estética de la emergencia de Reinaldo Ladagga y La sociedad del espectáculo de Guy Debord, de la cual participaron 3 miembros del grupo.
M: Me parece que el tema central de estas lecturas es el pasaje, tal como lo plantea Guy Debord, de la sociedad del espectáculo a la sociedad de figurantes para el cual sería clave la noción de arte relacional. El pasaje tiene que ver con el cambio de una actitud de observación pasiva del receptor, a la de participante activo. Un pasaje que va de la primacía de lo visual al contacto, lo táctil, el encuentro. De la tv al video-juego. De esto surge una serie de diferencias interesantes siempre en la misma línea. En primer lugar la noción de arte que ya no sería una serie de objetos colocados en un relato llamado historia del arte, sino una actividad que consiste en producir relaciones con el mundo con la ayuda de signos, formas, gestos u objetos. (ver para más detalles el post Glosario sobre estética relacional)
Fragmento de la conversación surgida en el curso de las reuniones del Seminario de Estética y política a partir de la lectura de Estética relacional de Nicolas Bourriaud, Estética de la emergencia de Reinaldo Ladagga y La sociedad del espectáculo de Guy Debord, de la cual participaron 3 miembros del grupo.
M: Me parece que el tema central de estas lecturas es el pasaje, tal como lo plantea Guy Debord, de la sociedad del espectáculo a la sociedad de figurantes para el cual sería clave la noción de arte relacional. El pasaje tiene que ver con el cambio de una actitud de observación pasiva del receptor, a la de participante activo. Un pasaje que va de la primacía de lo visual al contacto, lo táctil, el encuentro. De la tv al video-juego. De esto surge una serie de diferencias interesantes siempre en la misma línea. En primer lugar la noción de arte que ya no sería una serie de objetos colocados en un relato llamado historia del arte, sino una actividad que consiste en producir relaciones con el mundo con la ayuda de signos, formas, gestos u objetos. (ver para más detalles el post Glosario sobre estética relacional)
ME: Encuentro interesante la cuestión de los objetos. Volví al texto de Bourriaud, a los últimos capítulos, donde comenta que parte de la dificultad de interpretación del arte relacional se daría por la visión cerrada, conclusa que parece tener la modernidad sobre el objeto/obra de arte. Señala que en lugar de verla como proceso se la vio como resultado, un producto cerrado, etiquetado y así convertido en una especie de bien para ser consumido, y que para este punto de vista fueron bastante funcionales la crítica artística, la institución museo y la misma noción de autonomía del arte. Lo que ve de problemático en esto es que así se perdería el sentido liberador de la misma, se la fija y en algún sentido se la diseca. Algo muy diferente a lo que plantea Guattari, citado por Ladagga, quien pone el acento en el vínculo del hombre con los objetos, fundamental para la constitución misma de la subjetividad. O sea, un vínculo entendido no como algo externo, posterior y diferente al sujeto sino en un sentido mucho más relacional y constitutivo.
M: Puesta en el museo la obra es sin discusión un producto cerrado; sin embargo, aún en tal condición si la consideramos como un eslabón más entre los que componen la historia del arte ¿no adquiere acaso la entidad de parte de un proceso y lo que es más de un proceso colectivo de la humanidad actuando en colaboración?
H: También es interesante la pérdida del valor objetual que se da en el arte, que tiene lugar en el contexto de la evaporación del objeto y el surgimiento de la experiencia. El arte relacional de alguna forma pone en jaque la visión cerrada que, tal como señalaba Maru, tiene la modernidad sobre la obra de arte. Creo que es pertinente traerlo a Rancière para agregar que no sólo la obra de arte fue vista como el resultado de algo, en vez de un proceso abierto; sino que también en la relación entre arte y política, el objeto artístico fue concebido como la causa de un efecto político determinado y ya previsto por su contenido. En suma, el arte relacional replantea tanto el status de la obra como la forma de eficacia adjudicada a la misma.
ME: Otra cuestión que me llamó la atención es el recorrido que traza Laddaga avanzando, a partir de la modernidad, hacia la pérdida de la ritualidad, tal como ya lo había planteado Hegel. Esto es, el modo en que se da el paso de la concepción medieval acerca de la imagen/reliquia que encarna una historia, un entorno, a la imagen/objeto posmoderno, descontextualizado, “aislado y mudo”.
M: Queda el tema de qué pasa en la modernidad, en ella tampoco tenemos imagen reliquia, aparece más bien la imagen objeto. Pero esto ya lo tenemos –como decías- en Hegel y luego lo retoma Benjamin con todo el tema de la función cultual del arte. Entonces la pregunta sería qué es lo nuevo al respecto en la posmodernidad o como se la quiera llamar.
H: Me parece que lo nuevo en la época de postvanguardía es que el arte deja de lado los grandes anhelos de transformación radical de las condiciones de vida colectiva, se sitúa plenamente en la época del olvido de la historicidad y en muchos casos deviene producto del mercado.
ME: Entonces se podría ver al arte relacional, no como un quiebre sino como parte del mismo proceso, una evolución. La modernidad y la separación de las esferas del saber legó un campo artístico “autónomo”, que llevado a sus últimas consecuencias terminó por enmudecer al objeto o a colocar al artista directamente en el lugar de ese vacío. Y el arte relacional parecería estar dando una vuelta de rosca a esto. Ladagga ve en éste, más que en el posmodernismo o la post-vanguardia, una clausura de la modernidad. Las experiencias relacionales hacen foco en el intento de retomar las micro relaciones con el mundo, algo ya intentado de diferente manera por las vanguardias de principios de siglo y por algunos movimientos de los 60. Sería, con varias salvedades, como una especie de vuelta al sentido pre-moderno del arte, donde el arte no tenía una función analítica o crítica como va a ocurrir en la modernidad. La imagen sacra hacía referencia a una exterioridad, a un tiempo y a un espacio particular, que el arte relacional parecería retomar en otras circunstancias. Me refiero al anclaje en un contexto específico del que no se pueden desvincular -procesiones en fechas puntuales del calendario, importancia del culto local, etc. El arte relacional operaría en el mismo sentido en relación al vínculo con el tiempo y el espacio.
M: Sin embargo parece haber cierta diferencia en la importancia que adquiere el tiempo y el espacio en el arte premoderno y el arte relacional porque en el primer caso el arte está vinculado a las fechas del culto que es exterior como decís mientras que en el arte relacional la cuestión de la cita es inherente al proyecto artístico, no es algo exterior.
ME: Veo bien lo que decís. Y si bien hay obras que funcionan prescribiendo su propia temporalidad y espacialidad, las hay también, y me resultan los casos más interesantes, las que son imposibles de separar de un contexto más general. Estoy pensando en los sucesos culturales pos 2001, como la semana de la cultura de Brukman, o mismo el Proyecto Venus de Jacoby – que el mismo Ladagga trabaja. Esos fueron hechos culturales inviables de pensar y ejecutar de la misma manera sin la crisis del 2001.
http://proyectov.org/venus2
http://www.pagina12.com.ar/diario/cultura/7-20808-2003-05-31
M: Habría que agregar también en estos casos la vinculación a lo político y considerar por ejemplo el papel del arte en eventos como el Bicentenario, allí la cita es exterior; no es el artista quien cita sino más bien es él quien es citado por el acontecimiento. Y en ese caso se trata como en el del culto religioso de una construcción colectiva no porque los artistas sean muchos sino porque el espectador-participante es parte activa del encuentro, actúa por la sola presencia.
http://www.bicentenario.argentina.ar/
ME: De todas maneras me pregunto si se puede seguir hablando de arte en los mismos términos ya que las nociones que nosotros manejamos como historia del arte, estética, etc., son producto directo de la modernidad. Por otro lado, también pienso que por más que el objeto moderno/posmoderno se encuentre aislado o mudo, ese silencio es un contexto que da cuenta de un momento igualmente.
M: Yo coincido con vos es difícil establecer la diferencia y menos que menos con una afirmación conclusiva. Porque veamos: eso de muda y aislada hay que tomarlo con pinzas, siempre hay un contexto que se lo da esa misma historia del arte, incluso en el arte relacional que se presenta, por ahora, como última etapa del desarrollo en esa historia. En la modernidad el contexto sería toda la parafernalia de las nociones, categorías, especulaciones en torno al arte, lo bello, la obra singular, la autonomía o el compromiso; en la posmodernidad el contexto podría ser hasta ese vacío mismo, emparentado acaso con cierto proceso de aislamiento del hombre posmoderno que no sé si realmente se da, o bien, a la inversa, como novedad, esa búsqueda insistente de lo comunitario, de la acción colectiva y de la participación más activa del receptor en un contexto de democratización del arte.
ME: Pensando un poco desde el punto de vista del espectador, hay que reconocer que fue precisamente esta descontextualización o pérdida de sacralidad del arte lo que impulsó o forzó a un rol más activo en la recepción.
M: Aquí donde estableces cierta equivalencia entre descontextualización y pérdida de la sacralidad del arte me parece oportuno insistir en la idea de cierta sacralidad del contexto moderno en tanto conjunto de categorías que lo caracterizan: la idea de genio, de autonomía, de arte comprometido, del valor emancipatorio del arte, etc. Todo esto también tiene un carácter sacro.
ME: Sí, claro, ¿pero podría ser algo así como una especie de nihilismo trunco en el sentido de que se atribuyó a la “institución arte” el rol que antes ocupaba la religión? No creo que se haya abandonado el sentimiento de sacralidad durante la modernidad pero éste, en la esfera del arte, se convirtió en una sacralidad un tanto autorreferencial, un tanto egocéntrica, no? Noción de genio, autonomía del arte, las categorías de validación de la obra se volvieron hacia un círculo bastante estrecho. De todas maneras, no podría entenderse el arte relacional sin todo el pasaje por lo previo. Igualmente, vuelvo sobre el tema de la huella que dejó la autonomía del arte en la esfera de la recepción de la obra; en tanto el arte se independizó de la liturgia se volvió más libre en el campo de la interpretación. Esta fue la puerta de entrada hacia la “democratización” que en el arte relacional llevaría a una participación activa del “espectador” en el proceso de creación de la obra. Igualmente me pregunto cómo es que funciona esta “democracia”, si es tal, y si sigue teniendo sentido hablar de “espectador”.
M: Si no hablaremos más de espectador al menos tendríamos que hablar de receptor para diferenciarlo del que está del otro lado que podría ser el emisor de lo que sea un escrito, una música, una película, un algo, inclusive una propuesta, una cita, aunque luego el receptor pase a jugar el rol de creador-emisor. Con respecto a la democratización no estoy segura de que dependa sólo de la participación activa del receptor. Este me parece uno de los temas más interesantes para pensar.
H: A propósito del encuentro y de la interactividad – y aun aceptando que tal como dice Bourriaud “los encuentros son más importantes que los individuos que los protagonizan”- me pregunto con quién encontrarse, con quién interactuar. ¿Quién es el público? Si el arte relacional produce relaciones humanas, ¿no debemos preguntarnos qué tipo de relaciones se producen, para quién y por qué?
Evidentemente sobre esta cuestión hay mucho por decir. En este paso de la sociedad del espectáculo a la sociedad de figurantes, me parece que se da también un reencuentro entre arte y política. Pero ya no se trata de concebir al arte como un instrumento que va a permitir la emancipación social a partir de hacer visibles los sistemas de dominación, sino de un arte que se va a conformar con mucho menos.
Me resulta interesante, por sus limitaciones, la metáfora que utiliza Bourriaud para ilustrar este paso, y que Mónica menciona. Me refiero al paso de la era de la tv a la era del video juego. Más allá de lo alienante de este dispositivo –y cualquiera que haya pasado algunas horas junto a uno de estos sabe de lo que hablo-, el problema está en que lo interactivo en el video juego está completamente limitado por lo que el programador dispuso. Creemos que interactuamos, pero tan sólo nos limitamos a escoger una opción disponible entre algunas otras predigitadas. Me parece que con algunos de los ejemplos de arte relacional pasa lo mismo o algo parecido.
M: Creo que esto de la “democracia” en el arte es tema a debatir largamente y nos seguirá ocupando pero ahora quiero referirme a algo que de alguna manera está vinculado. Si como dice Bourriaud serían "formas" artísticas plenas los meetings, las citas, las manifestaciones, los diferentes tipos de colaboración entre dos personas, los juegos, las fiestas, todo el conjunto de los modos de encontrarse y crear relaciones que constituyen hoy una variedad de objetos estéticos susceptibles de ser estudiados como tales, podemos preguntarnos: ¿cualquier relación así producida es arte?
En un sentido se reduce, en otro sentido se amplía el campo del arte. Se reduce en tanto consideramos que si no hay encuentro no hay arte, aunque parece que siempre habría encuentro aunque sea diferido, sin cita. Se amplía en tanto se admite que todo encuentro es arte. Pero en este último caso sería conveniente hablar antes que de arte, de cultura, y entonces entrarían en el concepto otras experiencias de encuentro, por ejemplo, todo el espectro de posibilidades que se abren en la red: blogs, foros, etc.
H: Es un problema que todo encuentro sea arte. O al menos me resulta raro. Tal vez tenga que ver con la dificultad para salirse de las concepciones modernas. Me parece interesante lo que Rancière plantea en El Espectador emancipado cuando habla de la voluntad de dar a la política del arte una finalidad que sea no ya la producción de lazos sociales en general sino una subversión de lazos sociales muy determinados, aquellos prescritos por las formas del mercado, por las decisiones de los dominantes y la comunicación mediática. Entonces, tomando un poco esta idea podríamos decir que no cualquier encuentro es arte, sino sólo aquel que consigue producir subversiones puntuales y simbólicas del sistema. De hecho, no creo que esto resulte forzado pensarlo en Bourriaud, porque de algún modo él mismo lo sugiere cuando recurre al concepto de intersticio. Aclaro porque no creo que esté demás que cuando digo puntuales digo micro, no se trata de subversiones que constituyan un ataque al sistema en su totalidad y en todos sus frentes. Sino más bien de pequeños intentos por reconfigurar micropolíticamente lo sensible.
Por otro lado no creo que cualquier cosa inclasificable termine siendo arte. Aunque me agradan bastante poco, tal vez sea útil pensar esta cuestión a partir de teorías institucionalistas del arte cómo la de George Dickie. Para él –a grandes rasgos- una obra de arte, en sentido clasificatorio, se constituye como tal a partir de que alguna persona o personas actuando en nombre de alguna institución social (el mundo del arte), permite su apreciación. Creo que es una descripción bastante ajustada –por más desagradable que resulte- de cómo se desarrollan parte de las artes visuales en nuestra época, el capitalismo tardío.
ME: Esto abre la discusión hacia otro punto clave del arte relacional, comunitario o dialógico. Me parece que una teoría institucionalista no sería justamente una buena herramienta para dar cuenta de él. Muchas de esas manifestaciones quieren, justamente, escapar al status quo y volver a la comunidad de otras maneras.
M: Volviendo a lo anterior, al rol protagónico que hoy adquiere el arte relacional me pregunto sino resulta de ello que el arte se transforma en un tipo o rama del arte, qué pasa con la música, la literatura, etc? Pienso que es necesario no solo el encuentro sino también la interacción. Si se trata de “encuentro” incluiría la concepción clásica del arte, arte clásico, arte culto, literatura. Si exige interacción el concepto se acota; abarcaría solo el arte popular y no todo él. Pero esto es una cuestión a debatir largamente porque se que hay muchos que no estarían de acuerdo.
H: Yo creo que encuentro e interactividad puede haber en todas las disciplinas del arte. Por ejemplo en teatro es bastante común que se rompa la estructura clásica del teatro romano y con ésta la división entre actores y espectadores que dejan de darse la espalda los unos a los otros. Fuerza Bruta es un ejemplo cercano de esta ruptura a partir de la cual se produce el encuentro y la interacción. En literatura está el ejemplo que cuenta Ladagga “Wu Ming 54”. Y aunque no sé mucho de música creo que es posible pensar una obra que proponga encuentro e interactividad.
Otro factor a tener en cuenta es que a partir de los llamados nuevos soportes las fronteras entre disciplina y disciplina se desdibujan completamente. La instalación tiene dispositivos sonoros/musicales, la performance toma elementos de las artes escénicas, la video danza toma técnicas de las artes audiovisuales. Lo que a mí me genera un gran interrogante es si la forma relacional va a desplazar a la forma clásica, o si simplemente se va a instalar como otro formato posible. O sea, ¿va desaparecer la pintura, la escultura, la fotografía, etc.?
M: La cuestión es la siguiente, en literatura existe casos como el de Borges y Bioy Casares, Pavese y Garufi apenas de dos participantes no llegan a ser obras colectivas. Luego están los más recientes citados por Ladagga como Wu Ming 54 o Manituana donde, sí, hay una intención explícita de trabajo colectivo. En cine tenemos el caso del documental La comuna con iguales características, en música puede existir también alguna forma de obra colectiva pero se tratará siempre de casos aislados al modo de experimentos. Lo que no va a ocurrir es que la literatura o la música –el cine es más difícil de explicar porque ya de por si es trabajo de equipo aunque el director siga siendo uno solo- deje de ser obra de un autor singular. Lo que ocurre con el arte relacional es que no reemplaza sino que suma; viene a sumarse a las formas de arte visual y a su lado seguirán las otras formas.
http://playingforchange.org/mission
http://www.youtube.com/watch?v=Us-TVg40ExM
http://www.collabfeature.com/theowner/
ME: Habría que mencionar que dentro de todas las diferencias que señalan tanto Bourriaud como Ladagga entre el arte relacional y el arte moderno -Bourriaud lo llama contemporáneo si no recuerdo mal- parece haber una constante que se mantiene desde la modernidad, que es el rol de resistencia o papel crítico del arte.
H: Yo pensaba en la forma en la que obra de arte relacional se escapa de la cadena de comercialización. En todo caso los galeristas pueden vender los registros, pero no las obras en tanto que al ser efímeras resulta imposible. Esto, por menos importante que parezca, replantea las relaciones dentro del “mundo de arte”. ¿Qué se vende? ¿Qué se colecciona? ¿Dónde vamos a ir a ver arte si desaparecen las galerías? ¿De qué van a vivir los artistas? ¿Debe el arte constituirse sólo en ámbitos oficiales y los artistas ser empleados públicos?
M: Interesante planteo pero ya estamos viendo donde vamos. Antes la música se escuchaba en las salas de conciertos o en la ópera, luego llegaron los discos de diverso tipo y ahora la bajamos de internet, los libros cada vez más, y las pinturas que antes mirábamos en los libros de arte ahora también las podemos ver en Internet; museos y galerías eran y son frecuentados raramente. La otra pregunta queda en pie. ¿de que vivirán los artistas, músicos, intérpretes, literatos, etc.? Pero siempre hay rebusques, nada desaparece, todo se transforma.
Otra cosa: dice Bourriaud que hoy en arte no se trata de un espacio por recorrer. La obra se presenta ahora como una duración por experimentar, como una apertura posible hacia un intercambio ilimitado. No está nunca acabada, se plantea como diálogo posible, la obra es un rostro que nos mira e invita al diálogo. Somos la mirada del otro que nos transforma en cosa pero en un sentido dinámico por tanto no tan cosa. La esencia de lo social necesita del reconocimiento, mucho más que de la competencia o la violencia. Esto esta bueno pero no es nada nuevo como lo hablamos en la reunión, es continuación de Opera Aperta de Eco y de tantas otras propuestas. Lo interesante sería pensarlo en relación a otras expresiones que no fueran los ejemplos que se presentan aquí, en artes más aparentemente acabadas y menos interactivas. Y acá se puede mencionar ahora que leímos a Ladagga la experiencia de Wu Ming que de hecho era ya una idea que me daba vueltas de hace tiempo, la escritura colectiva, de la cual tuvimos ya dos experiencias con Juan y esta que estamos intentando. Y que ahora parece que arranca.
ME: Es interesante analizar lo que ocurre entre esta forma de entender al arte y la relación con el mercado, con el sistema donde está inserto al que le fue funcional cosificar la experiencia. Porque para cualquiera de nosotros puede ser accesible el sentido dialógico de la obra, pero me pregunto qué pasa con el espectador no habituado. No me parece de un significado menor que hoy en día se esté explicitando la importancia del encuentro -que siempre existió- en el sentido más amplio del término. Es la primera vez que el arte señala tan abiertamente que no hay una única forma de gozar y relacionarse con él y que no hay un único sujeto, con competencias particulares, hacia el que está dirigido; que no necesita del “artista genio” y sobre todo que busca poner el “aura”, el acento, en la experiencia vincular misma. Creo que los elementos pueden ser los mismos, pero me parece interesante el movimiento que se está ensayando en las relaciones entre los elementos.
M: Muy de acuerdo con ese intento de difundir la forma dialógica y el valor del encuentro y sin embargo me parece que merece comentario lo del rol del genio, el futuro del genio. Me parece que va a ser difícil despojarse totalmente no ya de la idea de genio pero sí de la idea de artista singular, de autor que crea una obra
Volviendo al tema de lo interactivo donde cabe hablar más que de arte, como decía más arriba, de Cultura de lo interactivo habría que señalar que lo transitivo es viejo como el mundo, de lo contrario la obra sería un objeto muerto. Internet y el multimedia, constituyen medios de creación de nuevos espacios de sociabilidad. A la "sociedad del espectáculo" le sucedería entonces la sociedad de los figurantes, donde cada uno encontraría en los canales de comunicación la ilusión de una democracia interactiva. Interesante al respecto considerar el caso de los blogueros donde, me parece, es posible encontrar arte relacional.
Otra diferencia con el modernismo que señala Bourriaud es que ante el fracaso de los ideales de emancipación ahora se enfoca en lo cotidiano. Si antes el arte apuntaba a utopías o a buscar novedades formales, hoy, es más que nada, invención de lo cotidiano, incluye bricolage. Pero me pregunto en que medida un ready made inventa lo cotidiano.
ME: Entiendo que acá lo cotidiano, más que nada, se está oponiendo al valor de la novedad, al del autor unitario, a la distinción entre alta y baja cultura. El ready made reinventa lo cotidiano al cuestionarlo. Y en este sentido pienso que esta especie de corrimiento de lo cotidiano, que se da en el arte relacional, sigue teniendo una intención emancipadora. Claro que esto ya se puede leer en obras anteriores también.