Comentario a comentarios del 8n

Comentarios así no más de entre casa de alguien que leyó más de varios artículos en página 12 o leyó, escuchó opiniones por el estilo y anduvo por los marchas recogiendo motivos, haciendo encuestas para una universidad pública. Me impulsa un diálogo más que con los que marcharon con aquellos de los otros, los que no marcharon porque no acuerdan, pero lanzan su mirada piadosa, y llaman al respeto, a la “atención”, dicen que no se puede dejar de prestar atención porque no puede ser tanta gente manifestándose y hacer oídos sordos.

 Comentarios así no más de entre casa de alguien que leyó más de varios artículos en página 12 o leyó, escuchó opiniones por el estilo y anduvo por los marchas recogiendo motivos, haciendo encuestas para una universidad pública. Me impulsa un diálogo más que con los que marcharon con aquellos de los otros, los que no marcharon porque no acuerdan, pero  lanzan su mirada piadosa, y llaman al respeto, a la “atención”, dicen que no se puede dejar de prestar atención porque no puede ser tanta gente manifestándose y hacer oídos sordos. Estos escritos, estos dichos de gente que no es antik, que pueden ser K, K moderados o autocalificados de críticos. Comienzan diciendo que no se puede soslayar el número de manifestantes , pero en ninguno de los artículos que leí se dice que fueron pocos por lo que dejemos por el momento la cuestión del número, asumamos que era grosso. Entonces por donde empezar. Lo más importante es lo de “prestar atención” y  no porque puedan ser golpistas, por que en realidad quieran o no  -que los hay de todo- poder no pueden, no les son dadas las condiciones  y valga mencionar que entre los opinadores de Página también los hay con miradas alarmantes y catastrofistas que agitan los fantasmas de Honduras o Paraguay; no es el caso, hay varios aspectos de divergencia. Pero si no es por lo del golpismo,  entonces por qué prestar atención. Se dice que, -lo dice la cronista del viernes 23-  reconocerlas, prestarles atención, supone “una mirada amplia y plural sobre la democracia”. Propone una lectura política que en lugar de negarlas o colocarle el rótulo de antipopulares y destituyentes, dimensione su complejidad y escape de los estereotipos, que pregunte por los por qué, lo motivos que los movilizan, los motivos del descontento; llama a salir de las dicotomías, ver los matices, los grises, la compleja composición. Finalmente se pregunta la cronista ¿qué hace la política para incluir estas disidencias en el marco de un proyecto? y sugiere ella que ese sería el camino para fortalecer la experiencia democrática. No es que me interese este artículo en especial sino que es paradigmático de uno de los puntos de vista, una de las miradas más frecuentes de los que no fueron ni irían a las marchas de cacerolas con el cual particularmente me interesa debatir, digamos, de paso que son bastante más que la mitad de los que se leen por ahí en diarios oficialistas. Empecemos por la democracia tan vapuleada, comencemos por su definición, se trata del gobierno de los más también llamados mayoría, a través de sus representantes elegidos en elecciones libres. El elegido está allí para cumplir el programa para el cual se lo votó. Democracia no es el gobierno de todos, es el gobierno de los representantes de los  que ganaron las elecciones. Pero hagamos la prueba de satisfacer los reclamos de los caceroleros. Anduvimos por las marchas tomando notas, encuestando, observando, preguntando por sus reclamos, hemos cumplido con la primera condición, los hemos escuchado. Primera pregunta: principal motivo por que vino a la marcha. La respuesta más estándar 95 % “Libertad” o  “justicia”, las considero en dupla como una respuesta estándar porque ambas palabras así pronunciadas sin contexto o determinación alguna tienen el mismo valor informativo, casi nulo si no se le agrega algo que está en el aire, viejos o nuevos sobrentendidos  porque el lenguaje está cargado y las palabras llevan historia pero también contexto actual. Qué le agregamos a la primera a modo de libre asociación:  viajes al exterior, dólares, no al pago de los impuestos, pero por sobretodo, libertad de expresión, una forma extraña, enmascarada de reclamar que  Clarín pueda hace caso omiso de la ley”  Justicia se asocia en cambio con justicia negativa, “no dar asignaciones familiares” y otros “no más” por el estilo. Esto no es asociación libre, es lo que trasunta de las repuestas a las encuestas, de charlas varias, de un paneo por las pancartas.

Hagamos el siguiente ejercicio. Supongamos que sí queremos leer el mensaje y atender a los reclamos. Como no hay una unidad salvo en esas dos palabras de las cuales se abusó hasta el hartazgo se hace necesario interpretar a través de lo declarado en otras preguntas de las encuestas, aquellas que presentaban opciones, a través de las pancartas u otros comentarios espontáneos o sugeridos por algunas preguntas. Armamos un proyecto, ¿qué le ponemos?. Se trata de varios componentes: un poco de dólar libre para atesorar, con buenas dosis de devaluaciones dignas, un basta de asignaciones para vagos, basta de netbooks, libertad de monopolio,  libertad de trabar y no cumplir las leyes, basta de impuestos, pagar a los buitres, que nos devuelvan la fragata, no más juicios a torturadores y asesinos. Si nos vamos un poco para atrás, contraer nuevas deudas para pagar viejas deudas, y un poco más atrás, eliminar las retenciones al agro, temas ya viejos pero que sirven para hacer visible que se trata de otras caras de la misma moneda. Un proyecto con estos ingredientes no sería más que más de lo mismo, permanecer en lo invariable, en políticas que nos hundieron y encadenaron. Es lo que los marchantes quieren, mantener el status quo para continuar con sus privilegios. Se trata del más impiadoso individualismo; ni asomo de solidaridad, siempre tras la máscara de esas palabras aladas, huecas y pretenciosas. Pero este gobierno fue votado por el 54% y no para un proyecto con esos ingredientes sino para llevar a cabo el modelo nacional  y popular con componentes otros, los opuestos, lo antagónico. Porque política es eso, es antagonismo, conflicto. Lo mismo ocurría con el conflicto de las retenciones, entonces escuchábamos como ahora el reclamo de unidad, esta era visible en las pancartas. Se decía y dice de Kirchner que dividió al país. Pero el país ya estaba dividido, lo que hizo Kirchner fue darle la atención a los que no la tenían, darle la palabra y los derechos. Las demandas de unidad son demandas por la conservación de lo dado; no dividir, supone no mostrar la división, no hacer visible la exclusión y menos tratar de repararla  incluyendo, ampliando derechos. Cuando en estas circunstancias se pide unidad, diálogo, consenso, en realidad se pide negociar con los poderosos, conceder para que conserven sus privilegios, las condiciones que hicieron de Menem un galán alto rubio y de ojos celestes. Pero política es confrontación, suele incluir polarización por eso este momento es especialmente político, nada semejante a sentarse a dialogar que deriva necesariamente en resignar los objetivos de transformación a favor del orden vigente.  

Este punto de mira adopta también acríticamente algunos ¿slogans, muletillas, mitos? en fin, motivos de la contra. El principal, “la inflación, se come los salarios” se lo escuché a un muchacho K. Si de la inflación mejor no hablar porque es capaz de hacer estragos en las relaciones familiares y amicales, al menos no repetir que la inflación le gana a los ingresos porque eso no es verdad ni en los cálculos más arrevesados de la contra. Y valga apuntar que la tasa de inflación de la Uca, bastión de la derecha antika, en sus últimos registros, se acerca más a la del Indec que las ya tontamente exageradas de la opinión pública mediática. 

La otra propuesta de la cronista-paradigma de un modo de pensar, es “respeto”. A ella respondo con una lista mínima de consignas recogidas en el paneo: andate yegua, K volvé te olvidaste de C, no al 7d, viva Clarín, los vamos a colgar, esta última acompañada de ilustraciones.  Poco respeto inspira ese amontonamiento arbitrario de expresiones de violencia, incongruencias y ficciones que se lucían en las pancartas o expresaban verbalmente.

Volveremos queda mucho por comentar.