Pájaro de patas azules
Antes y ahora, una y otra vez espuma, y nada más
–me pregunto sobre vos.
Se me fue pasando toda la mañana escuchando canciones de nostalgia
El grande de Favio me pasea por todas la vidas de ese “nosotros” amplio y fragmentado que mira para atrás y va armando cañamazo.
El pasado nos tiende un farol para alumbrar este presente empeñado en el sentido.
Pero acaso no quiera comprender sino sólo recordar y llenarme de memoria como me lleno de esa música saturada de aromas y sentimientos.
Pájaro de patas azules.
Antes y ahora, una y otra vez espuma, y nada más?
–me pregunto sobre vos.
Se me fue pasando toda la mañana escuchando canciones de nostalgia
El grande de Favio me pasea por todas la vidas de ese “nosotros” amplio y fragmentado que mira para atrás y va armando cañamazo.
El pasado nos tiende un farol para alumbrar este presente empeñado en el sentido.
Pero acaso no quiera comprender sino sólo recordar y llenarme de memoria como me lleno de esa música saturada de aromas y sentimientos.
Te la consagro esta mañana de escucha aunque no seas más que espuma derramada en los dedos, los tuyos, que levantaron la copa del reencuentro.
Te espero esta noche a entretenernos juntando pedazos de recuerdos
Acaso te distraiga un pájaro de patas azules y no llegues
O en cambio te arrime un viento fuerte del cual cobijarte
Acá un abrazo ancho, hospitalario.
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A causa del viento o de la ola
A veces cuando llueve por la ventana pienso en el infinito
Eso otro que no somos pero se nos enreda en el pelo
Y nos desenvuelve los oídos
A veces pienso en la muerte, esa quietud
O se me aparece vestida de novedad, como aquello ¿que será?
lo otro de la vida; como el loco Sócrates tocado de la curiosidad.
Y luego llega mamá silenciosa como de entrecasa y me azuza
Ella quiere hacerme feliz, pero digo yo que no puedo o que no quiero
O que acaso sea esta mi felicidad, este barruntar la ola
o dejarme llevar por el viento.
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Ahora que sufro, acaso, esta mañana
Pueda escribir un poema como la gente
Estoy cansada de ese estar saludable satisfecha
Andar la calle con aire de luz verde regocijada
Ahora mi goce es arañarme las yemas para sentir a cada roce con las cosas
el ardor de esa herida lastimera.
Soy como tú poeta, lábrame pues un acta de recepción en la guarida del deshaucio.
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El paisaje está brumoso que apenas se ve nada
Pero la luna llena, redonda, cercana que se cae se cae
Y mi corazón que nada puede decirle y se cae se cae.
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Después de 26 años se vuelve creyendo poder armar un retablo de pasadas vivencias pero la ciudad cambió tanto que ya no está, ni tampoco le importa esta voluntad mía.
Por la calle la gente camina atareada y me distraigo mirando no sé qué cosa inútil para mi arcón de los recuerdos.
Y luego está el mar, ¿pero qué le importa al mar mi infinita insignificancia?
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El hombre, ese animal que ha perdido la grandeza y la sabiduría del instinto,
anda a ciegas buscando y rebuscando, y sin embargo no quiere la felicidad
los repartidores de dádivas salieron a preguntarle, enmascarados, para preservarle su secreto y el hombrecito apenas balbuciante, manoteó y pronunció “la pena”.
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No sólo la naturaleza se me escapa como pez en el agua y mi imaginación fracasa para hacerla familiar y cercana
Se me escapa tu voz
Si acaso pudiera reflejarme en tus ojos y refractarte con todos los errores consabidos …..
Pero te miro y apenas te veo, tanta es la brecha que empareda nuestro estar aquí
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Qué día fue aquél en que te rozó el deseo una ventana
y te arremolinaste entre los pasantes.
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La ciudad y el tiempo.
I. La ciudad se me escapa con sus peinados modernos
Los bares avitrinados, demasiado cemento a los costados
Van dibujando siluetas detenidas, parcas.
Un aire de presente que desautoriza a la memoria.
II. Escenas de la infancia.
De lejos te veo cercana cara a cara
Ilustrada en esquinas familiares
Balconeando a la vereda de las sillas sacadas a la tarde del mate.
Lucho el de la cochería, roto el protocolo de la muerte habla del tiempo o de la vecina de enfrente.
Los chicos juegan vaya a saber qué, que ellos solos comprenden
Hay quienes chismean en la puerta o espían detrás de las ventanas.
A la vuelta, la mesa principal del conventillo hace de escenario a la niña perdida; de repente la madre asustada la arranca a los ojos que la indagan.
Sólo hasta el mediodía el carro de a caballo ambulea frutas y verduras para la gente del barrio.
Y más tarde el hielero con su voz de tormenta desgarrada.
Me acuerdo todavía del tranvía, la espera en los fríos boulevares resistiendo el tornillo invernal –las niñas por entonces no usaban pantalones- apenas faldas con breves medias.
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Hoy me toca
Hoy me toca aprender a reír
No del otro, que pobre lleva su propia cruz,
Sino de mí, figura espejada en vidrio resquebrajado
Ni con son de amor ni con son de guerra
No más reír con cantarina voz o de falsete
Sobretodo no dejarme la herida al descubierto
Hoy me toca aprender a reír que no es mucha ciencia.
En todo caso me ayudo con una canción de Sabina
o un personaje salido de las películas de Woody Allen
Aprender de los comediantes –dijo el sabio-
porque ellos saben del disimulo, alejar para embellecer
o acercar demasiado para armar las propias caricaturas.
Las caricaturas no lloran, tampoco ríen pero saben provocar una sonrisa
aún del más enroscado en la amargura.
Aprender de las mujeres -se repetía el maestro-
el arte del maquillaje, el disfraz, los ornamentos.
Hoy me toca aprender a reír,
Con un ojo río con un ojo lloro -confesaba otro sabio-.
No es cosa fácil, se necesitan años y larga espera de días porvenir cuando se anuncie la comedia de la existencia.
Pero todavía … sombrea la tragedia.
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Nada entonces de lo que otrora me clavara la esquirla podrá siquiera atizarme las penas o rozarme las heridas.
No más que un poco de mirada altiva y risa desbocada.
Si no fuera porque los pájaros no ríen
Sería un ave solitaria detenida en las alturas de la cumbre.
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Voluntad de salud,
El mandaba aprender la soledad, cada cual para su agua y su molino
Yo quería mojarme en la pequeñas modulaciones de su voz
Aprender los mínimos detalles de ese arte microscópico
Sola con mis soles y con mis dioses, colgarme y descolgarme las virtudes autocinceladas
Allí en la cima, con ojo avisor, voluntariamente esquiva, escurridiza como el pez, pájara de frías alturas, aprender la soledad me digo, todavía, ahora con propia voz.
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Las pequeñas cosas
Me pregunto si será posible un poema
de tan sólo el desayuno como bien muy deseado al despertar.
Ese ímpetu que nos tira de la cama con la promesa del mate
y después el patio de la casa donde me siento a mirar
al pájaro laborioso
Ya van seis días que se atarea con el nido, cuántas veces se posa sobre el faro con su ramita armada, para enfilar al árbol que eligió como morada.
Seis, siete, ocho infinitas veces durante toda la mañana
de estos varios días que me entretengo contemplándolo
en un ocio contrastante con la laboriosidad del pájaro.
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Qué es un lector
Se expande en variadas gamas
El que se enfrasca y redunda con paciencia cauta
O el que va derivando en la web, como quien se monta a una ola
Escribir una lectura: misma tarea de traductor.
Hay que hacer uso de los libros, desarmarlos para ver como funcionan, extraerles el secreto, descubrir pasadizos escondidos, relaciones invisibles,
El buen lector es el que pone en relación libros que no la tienen
Traductor, tradittore, transformista; se hace otro, se hace autor.
Plagiar, citar, arrancar el aura, para hacer uso, profanar
Mirar desde atrás, desde el revés, alma nuda, muda
Profanar otra vez.
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