Paris a medianoche

Efecto de las campanas  de medianoche: o rompen el hechizo de ese otro mundo del príncipe azul donde la cenicienta redimía su vida entre cenizas, o envuelven en el hechizo de ese otro mundo del pasado reciente donde celebridades literarias tejen la trama de lazos vinculantes. En este caso  el recurso a la fantasía se da como un mecanismo de defensa frente a la pátina de convención, conformismo y  ennuie, con que la vida burguesa cubre todas las cosas. 

 

Efecto de las campanas  de medianoche: o rompen el hechizo de ese otro mundo del príncipe azul donde la cenicienta redimía su vida entre cenizas, o envuelven en el hechizo de ese otro mundo del pasado reciente donde celebridades literarias tejen la trama de lazos vinculantes. En este caso  el recurso a la fantasía se da como un mecanismo de defensa frente a la pátina de convención, conformismo y  ennuie, con que la vida burguesa cubre todas las cosas. El fracaso del artista y la indiferencia del mundo buscan reparación en la invención de una esfera mágica de encuentros memorables a los que convoca la medianoche.  Desde el comienzo el personaje Gil, no encaja: ni en la conversación con el padre de su novia, curtido en los restos de un conservadurismo decadente, ni en el derrotero cultural que programa el varón de la otra pareja naturalmente colocado, por su propia novia obnuvilada por la retórica en el espacio de autoridad, para recorrer los sitios obligados de la gran Paris. Le cae la mirada de ella entre compasiva y escéptica que en el hotel ya le había avanzado su posición: la posibilidad de abandonar por algo más seguro su empeño ya vano por consagrarse como escritor. Pero él es un soñador. Acaso esta sutilísima sugerencia que no llega a rango de presión sea la que a modo de resistencia no consciente lo lance más decididamente a ensoñar, a entrar en ese mundo maravilloso donde no hay que dar cuenta de nada ni a esposas ni a suegros.  

El motivo es recurrente tanto en la literatura de todos los tiempos, Don Quijote, Peter Pan, como en la misma filmografía de Allen, La rosa púrpura del Cairo. Y luego las dos Alicias de Lewis Caroll: en el país de las maravillas y a través del espejo. En ambos casos la motivación del ensoñar es el ennuie, el aburrimiento,  pero motivado más que nada por el no encajar. Nada se nos dice sobre lo que pasa por la cabeza de Alicia pero si hay en la película de Allen un preámbulo introductorio que nos da noticia de las inquietudes de Gil. Gil quiere consagrarse en el mundo de las letras , quiere saber quién es en ese mundo, quiere ser aceptado como perteneciente. Alicia, de quien nada se nos dice en un a modo de preámbulo del relato, también anda en busca de su identidad, del tamaño de sí misma, es eso lo que la lleva a probar con los bizcochos. Alicia también busca  un lugar de pertenencia: es la escena del té con el sombrerero y la liebre. La diferencia es que Gil lo vive todo en la forma de ensueño cada noche buscado, mientras que Alicia lo vive como pesadilla: no encuentra su talla, no logra pertenecer, nadie se percata de su partida, nadie extraña su presencia y uno a uno desfilan por su sueño seres incomprensibles lindando en la locura, el conejo que siempre está tarde, la liebre y el sombrerero que eternamente festejan los no cumpleaños, el gato que por momentos es apenas una sonrisa. El simple acto de comer un bizcocho o atravesar un espejo la introduce en un mundo de maravillas pero pronto llega la decepción y el retorno al hogar tendrá el efecto de escapar a una pesadilla. En las travesías de Gil por las medianoches de Paris todo es a la inversa, todo es realmente de maravilla, el encuentro con los escritores de los años 20, el encuentro con un posible amor, la pesadilla será retornar al mundo burgués y convencional de su novia a la que ya no ama. Pero el regreso al pasado de la Belle epoque, ahora de su nuevo amor, provocará una nueva vuelta de tuerca, la ruptura, el alejamiento y la comprensión al fin de que no se puede dar la espalda a su época. Ni en un lado, el del pasado idealizado,  ni en el otro, el del presente de frívolo materialismo hallará una forma de reposo; llega la comprensión al fin de que la propia verdad es camino a realizar, movimiento, un aventurarse por las mil posibilidades que le ofrece el propio tiempo.