Hola! soy Monica Virasoro

Dra. en filosofía y letras. Ensayista y dramaturga. Magister en Ciencias Sociales.

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Sobre lo que hago

Acercando la filosofía al arte

En una era postmetafísica en que la filosofía ya no es protagonista de una iluminación progresiva en busca de las esencias sino que tiene que vérselas con hechos singulares y fortuitos,  propongo bucear en busca de formas acordes con estas transformaciones. Por eso lo de fragmentario e inconcluso, por eso también la necesidad de acercar la filosofía al arte y en lugar de conceptos ofrecer “pinceladas, zonas de luz y sombra,  manchas de color”, acercarla tal vez al relato, tal vez a la poesía.

Autoria

Mis libros

Enrolada en la corriente hermenéutica lo que imprime a sus escritos un carácter fragmentario, abierto, alejado de los grandes sistemas con una declarada preferencia por autores como Nietzsche, Kierkegaard, Benjamin, Heidegger.

En Trágico y sublime el romanticismo es abordado como precursor de estas tendencias de renuncia al sistema y la línea de progreso, la hibridación de géneros y el gusto por lo fragmentario. 

En Renacimiento de la política y otras conversaciones, el abordaje de lo político también se mueve en el campo de los indicios y las sospechas; supone una apuesta al diálogo y la escucha atenta; aún cuando se trate de una conversación virtual, porque pensar ya es conversar; nunca se parte de cero. 

Memorias de Ariadna, se ofrece como experimento que combina reflexión filosófica, ficción, poesía, festejando la explosión de fronteras entre géneros. Se define como obra fragmentaria armada de a pedazos que se hilvanan en el narrar como una manera de darse sentido desde una mirada distante.

Artículos recientes

Ultimos escritos de mi blog .

Para Heidegger la historia de la Metafísica es la historia de occidente, nuestra historia signada por el olvido del ser, esto es, de la pregunta de por qué ser en lugar de nada. Dice Heidegger que no se pregunta porque se lo da por obvio. Y sin embargo dice no es algo que dependa de un filósofo, ni de nuestra decisión ni la de generaciones anteriores. Tampoco es un hecho del cual seamos espectadores, como en una relación de sujeto-objeto, es nuestra historia, .como destino, como situación que nos constituye. Además el preguntar mismo, entendido al modo heideggeriano como el preguntar por la esencia sólo es posible cuando la metafísica llega a su conclusión, con el fin de la metafísica, cuando esta se manifiesta en su esencia.

La filosofía de Virasoro es un ir armando su pensamiento a través de un diálogo intermitente, idas y vueltas en movimiento casi circular de avances y retrocesos. Son muchos los nombres que se agolpan en sus escritos, de entre los cuales Hegel, Nietzsche, Heidegger, principalmente y no pocas referencias a la filosofía oriental. Un armado de pensamiento en diálogo, que supone un acoger y rechazar, un esfuerzo de sobrepasamiento. Propone Virasoro una síntesis Hegel-Heidegger, diría yo, bajo inspiración nietzscheana, cuya expresión es lo que llama “existencialismo dialéctico”.

El legado socrático debe ser entendido en términos no de contenidos sino de método: la dialéctica o ironía entendida como arte de la interrogación. Se dijo de Sócrates que era un charlatán, un buscador incansable de oportunidades para conversar. El supo reconocer esta pasión suya, pero solía establecer diferencias precisas con lo que él llamaba el “hablar” de los sofistas, ese discurrir embriagados de sus propias palabras. Sócrates practicaba otro estilo cuyas características pueden extraerse de las condiciones que él mismo imponía para consentir en dialogar.

Cuando cierta vez leí que Benjamin tenía el propósito de escribir un libro de puras citas, primero pensé: qué aburrido. Pero la idea me quedó rebotando; y con el tiempo comenzó a parecerme fascinante y la hice mía, pero se me hacía una ardua tarea, y entonces me dije: qué importa realizarla si para Benjamin fue tan sólo un proyecto.

Ahora vino la muerte

No tan silenciosa, todo un estruendo sordo

De días apagados, presintiendo un destino

Ahora se me ha mostrado con toda su miseria

Con un mandato mudo de olvidar cada día

Como si varias velas se fueran apagando

O al revés un reborbotear de memorias dormidas

          Yo la bastarda, la ilegítima, hija del viento se decía por entonces, última de cinco hijos, familia de segunda, la no reconocida. A vestirse con las mejores pilchas ordenó mamá aquél día, con el temple de las mujeres de hierro, y nos arrastró al último adiós de aquél que no nos dio el estatus de familia, por aquellos tiempos en que los varones decentes sembraban sus semillas por los campos vecinos marcando territorio. Yo era por entonces una niña. No nos dejaban entrar, atrás, dijeron “familia ilegítima”, nosotros, los intocables;  al fin pudimos. No recuerdo si en ese momento fui consciente de la humillación o me fue creciendo luego, poco a poco, la víbora por dentro.