Para Heidegger la historia de la Metafísica es la historia de occidente, nuestra historia signada por el olvido del ser, esto es, de la pregunta de por qué ser en lugar de nada. Dice Heidegger que no se pregunta porque se lo da por obvio. Y sin embargo dice no es algo que dependa de un filósofo, ni de nuestra decisión ni la de generaciones anteriores. Tampoco es un hecho del cual seamos espectadores, como en una relación de sujeto-objeto, es nuestra historia, .como destino, como situación que nos constituye. Además el preguntar mismo, entendido al modo heideggeriano como el preguntar por la esencia sólo es posible cuando la metafísica llega a su conclusión, con el fin de la metafísica, cuando esta se manifiesta en su esencia.

La filosofía de Virasoro es un ir armando su pensamiento a través de un diálogo intermitente, idas y vueltas en movimiento casi circular de avances y retrocesos. Son muchos los nombres que se agolpan en sus escritos, de entre los cuales Hegel, Nietzsche, Heidegger, principalmente y no pocas referencias a la filosofía oriental. Un armado de pensamiento en diálogo, que supone un acoger y rechazar, un esfuerzo de sobrepasamiento. Propone Virasoro una síntesis Hegel-Heidegger, diría yo, bajo inspiración nietzscheana, cuya expresión es lo que llama “existencialismo dialéctico”.

El legado socrático debe ser entendido en términos no de contenidos sino de método: la dialéctica o ironía entendida como arte de la interrogación. Se dijo de Sócrates que era un charlatán, un buscador incansable de oportunidades para conversar. El supo reconocer esta pasión suya, pero solía establecer diferencias precisas con lo que él llamaba el “hablar” de los sofistas, ese discurrir embriagados de sus propias palabras. Sócrates practicaba otro estilo cuyas características pueden extraerse de las condiciones que él mismo imponía para consentir en dialogar.

Cuando cierta vez leí que Benjamin tenía el propósito de escribir un libro de puras citas, primero pensé: qué aburrido. Pero la idea me quedó rebotando; y con el tiempo comenzó a parecerme fascinante y la hice mía, pero se me hacía una ardua tarea, y entonces me dije: qué importa realizarla si para Benjamin fue tan sólo un proyecto.

Ahora vino la muerte

No tan silenciosa, todo un estruendo sordo

De días apagados, presintiendo un destino

Ahora se me ha mostrado con toda su miseria

Con un mandato mudo de olvidar cada día

Como si varias velas se fueran apagando

O al revés un reborbotear de memorias dormidas

          Yo la bastarda, la ilegítima, hija del viento se decía por entonces, última de cinco hijos, familia de segunda, la no reconocida. A vestirse con las mejores pilchas ordenó mamá aquél día, con el temple de las mujeres de hierro, y nos arrastró al último adiós de aquél que no nos dio el estatus de familia, por aquellos tiempos en que los varones decentes sembraban sus semillas por los campos vecinos marcando territorio. Yo era por entonces una niña. No nos dejaban entrar, atrás, dijeron “familia ilegítima”, nosotros, los intocables;  al fin pudimos. No recuerdo si en ese momento fui consciente de la humillación o me fue creciendo luego, poco a poco, la víbora por dentro.

Un pibe de Fiorito, una pelota,

Desde el barro hasta el cosmos

en barrilete, la estrella que nos mira

Tanta felicidad desparramada

Elevando hacia el sur, como cometa.

Sureño hasta los huesos

Al fin llegó, que se la veía venir se la veía, y sin embargo, muchos se quedaron como en pausa, tiempo de verano, todavía de vacaciones, algunos se quedaron   varados fuera de casa, otros se apresuraron a salir,  no perder el finde, y  a la vuelta todo se embardó, las rutas saturadas, multas, broncas, opiniones encontradas…

 

Escuchando llamada ajena: estoy en la cola de la verdulería, faltan tres antes de mí, pero se demora, la cosa es que la gente compra mucho, habla mucho, compra por no quedarse desprovista y habla por compensación, por todo lo que tiene que quedarse muda en casa, por estar sola, por estar acompañada.  Porque..,  una es la mudez de la mudez, otra es cuando ya no te aguantas  y te vas al silencio.

Kierkegaard en vida y obra, él mismo un personaje entre sus personajes es el caso más paradigmático de un espacio de entrecruzamiento de dos caudalosos afluentes de pensamiento: hegelianismo y romanticismo. Dialéctico hasta la médula[1], oscila entre los dos polos: arremete contra el romanticismo desde un punto de vista hegeliano; se separa de Hegel desde una óptica y sentir romántico, pero, dialéctica negativa, teñida de ironía, nunca reposa.

 

[1] Aquí “dialéctica” debe entenderse no en relación a la dialéctica hegeliana sino más en el sentido de confrontación y contraste de puntos de vista así como en el sentido de la dialéctica socrática, como arte de la retórica, habilidad en el uso de la palabra y la argumentación que Kierkegaard entendía que había heredado de su padre.

12 de agosto

El día siguiente -33 años que murió mamá, el recuerdo en medio del torbellino- el día siguiente del triunfo por 15 puntos, en nación, 17 en provincia. A todos nos descolocó, no lo esperábamos, no por tanto, y hasta por momentos la duda y el miedo, de engañarnos otra vez; en realidad las que nos engañaban eran las encuestas, el clima se sentía, en el aire, difuso pero constante, como si los otros se hubieran escondido, ahora resonaban  nuestras voces. Felices, nos  saludamos con gestos cómplices, los dedos de la V, nos abrazamos, nos decimos palabras únicas, pensar que la mitad de la gente que en la calle pasa a nuestro lado está de nuestro lado. Ahora que somos tantos ya no hace falta convencer, los hechos hablan y las mentiras armadas se disuelven en la voz  de las urnas, los votos que dicen y cantan el mismo repiqueteo. El recuerdo del presagio a veces con tono triste y vacilante “vamos a volver” despertando ahora con la certeza y la alegría del estar ahí veraz y contundente. Tanto abrazo, tanta gente en la calle, tanta esperanza cumplida, tanta esperanza brotada. Estamos llenos de mares, de caricias, de abrazos; el aire que se puebla de música y colores. ¿Es poética la alegría? Sólo sé que la tristeza vence, el pueblo alegre jamás será vencido. Habrá que componer una tercera versión de Casa tomada.

 

En un momento estuve a punto de titular esta ensayo “Defensa del populismo” luego desistí, pensé que si bien ese era el punto de partida en el título debía reflejarse un punto de llegada. Algún motivo quería hacerme  rebobinar para dar con aquello más originario por lo que tenía que hablar de populismo, la demonización del hecho maldito. Maldito por ser el depositario de todos los males, demagogia, corrupción, ilegalidad, despilfarro, intervencionismo estatal. Se le adjudica a cualquier tipo de gobierno desde la izquierda a la ultra derecha xenófoba, aún cuando estos sean lo diametralmente opuestos.  Tanto es así que Chantal Mouffe quien junto a Laclau es una de las más importantes teorizadoras del tema está comenzando a hablar para mejor delimitarlo, de populismo de izquierda.  Presentado como una amenaza, esta mirada negativa que intenta confundirlo en la noche en que todos los gatos son pardos, busca sin duda demonizarlo para borrarlo del espectro de posibilidades  y mantener como única opción el neoliberalismo